- Establecer y mantener las relaciones sociales. Aceptar ayuda y apoyo. Ayudar beneficia de una u otra forma a quien da la ayuda y a quien la recibe.
- Evitar ver las crisis como problemas insuperables. A menudo, no podemos cambiar los hechos, pero sí la forma como los interpretamos y respondemos a ellos.
- Aceptar que el cambio es parte de la vida. Aceptar las circunstancias que no podemos cambiar puede ser de gran ayuda para centrarse en las que sí podemos modificar.
- Moverse hacia los propios objetivos. Hay que plantearse objetivos realistas y hacer algo, con cierta regularidad, que nos acerque a ellos. Nos podemos preguntar: ¿Qué puedo hacer hoy (por poco o insignificante que pueda parecer) para acercarme a uno de mis objetivos?. Por ejemplo, tomar algo con un amigo me facilita tener un rato de desahogo y compartir mi experiencia.
- Actuar con decisión. Actuar en la medida en la que se pueda sobre las situaciones adversas para modularlas, en vez de evitarlas o posponer las acciones y confiar en que se resolverán solas.
- Buscar momentos de reflexión para auto descubrirse. A menudo, el pasar por situaciones vitales difíciles como una enfermedad, conlleva una sensación de fortalecimiento personal que aunque aún uno se sienta vulnerable, puede favorecer el concepto de sí mismo y una mayor apreciación de aspectos de la vida a los que antes no se les prestaba tanta atención.
- Alimentar una visión positiva de uno mismo. Desarrollar confianza en las propias capacidades para resolver problemas y en el propio instinto.
- Ver las cosas con perspectiva. Tratar de considerar las situaciones estresantes en un contexto más amplio y con cierta objetividad, evitando hacer una montaña de un grano de arena.
- Mantener la esperanza. Una actitud optimista capacita para esperar que a uno le pasarán cosas buenas en la vida. Procurar visualizar lo que se quiere, mejor que preocuparse por lo que uno teme. La ironía y el sentido del humor siempre hacen más abordables las situaciones estresantes.
- Otras formas útiles de potenciar la resiliencia. A algunas personas les ayuda escribir acerca de sus pensamientos y sentimientos más profundos relacionados con las situaciones estresantes. La meditación y las prácticas espirituales pueden servir de gran ayuda y restaurar la esperanza.
La clave es identificar lo que a cada uno le funcione mejor y desarrollar estrategias propias para potenciar la resiliencia.

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